Existen múltiples argumentos y evidencias que apoyan el papel del lóbulo frontal como estructura que se encarga de las actividades mentales superiores. Algunas evidencias son resultado de trabajos experimentales y otras la reconstrucción histórica de casos clínicos. Uno de los casos históricos mas famosos ha sido reconstruido por el Dr Antonio Damasio.
Lóbulo frontal. Caso Phineas Gage
Antonio Damasio es un neurofisiólogo portugués experto en el tema del lóbulo frontal. Él ha profundizado en el estudio del lóbulo frontal acudiendo incluso a la reconstrucción de casos históricos. El más famoso caso data de finales del siglo XIX. Se trata de un obrero de ferrocarriles estadounidense, Phineas Gage, quien en un accidente laboral sufrió un daño en el lóbulo frontal luego de que una barra de acero le atravesara el cráneo.
A pesar de que sobrevivió el hombre no fue el mismo después del accidente, sufrió cambios radicales en su personalidad y temperamento. De ser un hombre responsable, respetuoso, en general educado, paso a ser un hombre descuidado de sí mismo, vulgar, agresivo; mostraba poco respeto por sus compañeros, no aceptaba normas, ni restricciones, era obstinado cuando se le contradecía y aunque pensaba en metas futuras era incapaz de evaluar riesgos y de planear a largo plazo, solo vivía el día a día. Abandonaba con facilidad los empleos e incluso con frecuencia tomaba decisiones equivocadas que lo hacían fracasar en todas los proyectos que iniciaba.
Este y otros casos, sumado a diversos estudios experimentales, sugieren que existe una relación entre emoción, interacción social, toma de decisiones y pensamiento ejecutivo es decir aquel que permite dirigir acciones hacia un fin e incluyen capacidad de planifica, ejecutar, autoevaluar y corregir errores. También evidencian que un adecuado desarrollo del lóbulo frontal es fundamental para que un individuo tenga capacidades de juicio, raciocinio, introspección, control emocional, capacidad de planeación, previsión de riesgos, respeto por reglas de juego y normas. Este desarrollo depende de múltiples factores biológicos, tiempo y experiencia, y esta última depende de la interacción del individuo con su ambiente: familia, sociedad, educación y cultura. Es decir que para adquirir una madurez mental nuestro entorno es fundamental.