Meditación, oración y cerebro

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Meditación, oración y cerebro. El camino de la espiritualidad

Numerosos grupos de investigación han estudiado el efecto de la meditación en el ser humano. En general se ha logrado establecer que la meditación induce un estado de relajación y cambios funcionales en el sistema nervioso autónomo con un incremento de la actividad parasimpática y una reducción del tono simpático. Además se observa un aumento en los niveles de algunos neurotransmisores entre ellos la serotonina. Los niveles de serotonina detectados en sangre estarían en directa relación con el estado de bienestar percibido.

De otro lado se han descrito cambios estructurales cerebrales en personas que practican la meditación. Estudios realizados en la Universidad de Montreal han mostrado que la meditación Zen produce un aumento en el espesor de la corteza del cíngulo una zona que esta asociado a controlar la percepción de la intensidad del dolor.

Esto llevaría a que se tenga una menor sensibilidad a sensaciones dolorosas. Esto implicaría que la meditación seria benéfica no solo para controlar dolor crónico, por ejemplo, además seria probable útil en donde hay disminución en la densidad de la corteza cerebral: microinfartos, enfermedades neurodegenerativas, etc.

También investigadores de la Universidad de Duke han reportado un menor volumen del hipocampo en individuos adultos con experiencias religiosas transformadoras, comparados con aquellos que no las experimentaron o no son religiosos.

La explicación que se da a esto es la situación de estrés a la que están sometidos quienes experimentan episodios religiosos intensos: apariciones, éxtasis, nirvana. Sin embargo no es claro si la reducción en el tamaño del hipocampo es causa o consecuencia de la religiosidad.

Todo esto confirma que el estrés (cualquiera sea la causa) tiene efecto negativo en la plasticidad sináptica y la relajación (a través de meditación, oración, prácticas deportivas, artísticas, etc.) favorecerían los cambios plásticos cerebrales.

 

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