El exocerebro es un término que se acuña a partir de la creciente interacción del hombre con máquinas de diverso tipo. Con el avance de la tecnología el ser humano se ha vuelto dependiente de ella e incluso se crean relaciones de interdependencia extrema hombre-máquina, en la que es imposible concebir al individuo sin tal simbiosis.
A partir de mediados del siglo XX se crean algunos términos para describir tales relaciones. Uno de estos nuevos términos es la palabra Cyborg (formada de la fusión de dos palabras del ingles cybernetis y organism) es un término empleado para describir a una criatura compuesta de sustancias orgánicas y elementos mecánicos o artificiales, en esta simbiosis el individuo mantiene la forma humana. De acuerdo a esto el individuo que usa marcapasos cardiaco, implante coclear, una prótesis de rodilla es un cyborg.
Otro termino empleado es el de lobster que se emplea para describir individuos con una caparazón sintética y un organismo interior vivo. En este caso el exoesqueleto puede adquirir formas no humanas. De acuerdo a esto un hombre en un automóvil, motocicleta o avión es un lobster, un individuo con nuevas capacidades.
Pero la relación hombre-máquina no solo puede ser individual, también puede ser colectiva. Se plantea así, la existencia de colectivos vivientes en las megaconstrucciones artificiales tipo rascacielos y en las megapolis. Calles, ferrocarriles, medios de comunicación crean un entramado que conforman un organismo complejo formado por seres vivos interconectados.
Exocerebro y neurociencias
En forma análoga a la propuesta de la relación hombre-máquina, en el área de neurociencias existe una propuesta interesante en la que se plantea que además del cerebro individual existe un cerebro externo al individuo: el exocerebro.
De acuerdo a esta propuesta nuestro cerebro depende o requiere de un caparazón externo que le permite alcanzar su máxima funcionalidad. Dicha propuesta parte de las ciencias sociales y no desde la biología y es planteada por el Dr Roger Bartra un antropólogo y sociólogo mexicano.
Para el Dr Bartra el cerebro y una manifestación de su función: la conciencia, solo puede ser explicada acudiendo al término exocerebro.
El exocerebro es definido como la prótesis cultural que surge de la sociedad y que interactúa con el cerebro del individuo; de esta interacción emerge la conciencia. Esta prótesis cultural está representada por el lenguaje, los símbolos, los mitos y en general los saberes de transmisión cultural. Sin estos elementos el cerebro biológico y la conciencia difícilmente pueden desarrollarse a cabalidad.
Sin embargo existe mucha controversia al respecto; existen posiciones extremas en las que de un lado se plantea que la conciencia es básicamente una propiedad emergente del cerebro, y del otro estan quienes plantean que la conciencia no existe y que solo es un constructo de filósofos.
Sin embargo analizando esta propuesta en detalle podría ayudar a explicar ciertos fenómenos normales y patológicos. Tenemos la capacidad para adquirir un lenguaje pero esto solo se da en la práctica social. Tenemos capacidades de abstracción espacial, matemática pero esto solo se da con la interacción con el medio y la educación. En condiciones normales podría no ser tan evidente la influencia del medio en la función cerebral, pero en condiciones patológicas esto puede ser más evidente al crearse condiciones aberrantes o fuera de lo normal.
Miremos la esquizofrenia por ejemplo. En la esquizofrenia se ha invocado factores genéticos y biológicos como determinantes, específicamente se plantea que existe un desbalance del sistema dopaminergico en el lóbulo frontal. Sin embargo en el caso de la esquizofrénica paranoide con ideación megalomaniaca, surge la pregunta de si el individuo que alucina con ser Napoleón, Bolívar o Churchill, alucinaría con ser esos personajes sin una educación previa. Un esquizofrénico en China alucinará con estos personajes o lo hará con Mao Tse Tung, Lao Tse, Confucio?.
En este caso la sociedad (el exocerebro cultural) interactúa con el individuo en cuyo cerebro hay un trastorno patológica y se genera una respuesta, se crea un comportamiento. Pero la influencia puede ser inversa el cerebro individual puede actuar sobre una parte o la sociedad completa para generar un comportamiento colectivo que puede ser positivo o negativo, dependiendo desde la perspectiva en que se mire. De la misma forma que una neurona o un grupo de neuronas en un cerebro “normal” puede originar una crisis epiléptica o una idea genial.
Pensemos en Hitler como individuo y el movimiento nacional socialista en Alemania; Benito Mussolini, Joseph Stalin, Mao Tse Tung. La influencia de un individuo en una sociedad enferma (un colectivo en crisis) puede ser nefasta. Sin embargo la influencia puede ser positiva también: Jesús, Mahoma, Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela y tantos otros que han inspirado una conducta constructiva, progresista y de tolerancia en un colectivo.
Aunque es difícil llegar a refutar o aceptar una propuesta de este tipo, es clave para entender que el conocimiento y la verdad pueden ser abordables con una mirada transdisciplinar. Por otro lado permite reflexionar acerca de cómo somos moldeados por el medio que nos rodea, interactuamos y somos dependientes. Uno de estos elementos del medio externo de reciente aparición la tecnología puede llevarnos a nuevas formas de pensamiento y realidad: transhumanismo, exocerebro, cyborgs son apenas un abrebocas del futuro.
Más que interesante la aportación de Roger Bartra, sus trabajos son realmente inspiradores y abonan a la irresoluble cuestión mente-cuerpo al plantear de un modo novedoso el hecho de situar la conciencia más allá del cerebro, en el medio ambiente ( Ver su libro: Antopología del cerebro) Tambien son intertesantes la reflexion de otros autores que desde otros campos ( la filosofía, la biología) hacen sobre el problema de la vida y la autoconciencia humana, por ejemplo el caso de Karl Popper y Maturana. Una alcaración: El término al que aluden en este texto, está mal escrito: No es Transhumansimo ( la palabra existe pero está mal apllicada, cuya raíz deriva de trashumar) que trata de otro concepto ajeno a la discusión). La palabra correcta es en realidad «trashumanismo» sin la ene, que trata sobre la filosofía del grupo que se autodefine como «tras-humanos»: más allá de lo humano. Saludos. Jorge Octavio Ocaranza
Más que interesante la aportación de Roger Bartra, sus trabajos son realmente inspiradores y abonan a la irresoluble cuestión mente-cuerpo al plantear de un modo novedoso el hecho de situar la conciencia más allá del cerebro, en el medio ambiente ( Ver su libro: Antopología del cerebro) Tambien son intertesantes la reflexion de otros autores que desde otros campos ( la filosofía, la biología) hacen sobre el problema de la vida y la autoconciencia humana, por ejemplo el caso de Karl Popper y Maturana. Una alcaración: El término al que aluden en este texto, está mal escrito: No es Transhumansimo ( la palabra existe pero está mal aplicada, cuya raíz deriva de trashumar) que trata de otro concepto ajeno a la discusión). La palabra correcta es en realidad «trashumanismo» sin la ene, que trata sobre la filosofía del grupo que se autodefine como «tras-humanos»: más allá de lo humano. Saludos.