Existe una relación entre emoción, justicia y toma de decisiones. Ante una situación de injusticia podemos mostrar altos niveles de agresividad y ante una decisión justa se puede sentir una sensación de satisfacción, tranquilidad o alegría. Está respuesta tiene que ver con la capacidad del cerebro de responder en forma automática ante situaciones de injusticia o de justicia. Aparentemente existe una conexión entre los centros de control de las emociones, como la amígdala cerebral, y los centros de toma de decisiones ubicados en el lóbulo frontal. La capacidad para determinar lo que es justo o injusto es fundamental para crear nexos de confianza entre los individuos que forman una sociedad. Esta capacidad depende de un desarrollo cerebral completo y del ambiente en el que se desarrolle el individuo. Aspectos como desarrollo prenatal, nutrición, enfermedades, ambiente familiar, nivel socieconómico, ambiente social son determinantes en la capacidad de desarrollar un concepto de justicia.
Para probar la existencia de un sentido de justicia los neurocientíficos han realizado experimentos aplicando la teoría de juegos. Ver más…